La casa de la Abuela Josefa en la Rúa Santiago tiene una larga historia…
«Fue construida en 1948 por mi abuela paterna, Josefa, que por entonces era una joven viuda de guerra de treinta y pocos años y con cuatro hijos a su cargo. Desde entonces muchas han sido las personas que han habitado la casa y le han dado vida, familiares, inquilinos e invitados.
En los años 60 y 70, mis hermanos y yo mismo vivimos allí, junto a mis padres y mi abuela, nuestros primeros años de vida. Durante las Fiestas de San Froilán y otras festividades se celebraban grandes comidas familiares. En la adolescencia mis amigos y yo nos juntábamos a veces en la buhardilla para jugar a rol. Allí estudié la selectividad y viví otros momentos de los que guardo recuerdos.
Ya en el siglo XXI, la casa sufrió serios desperfectos causados durante la construcción de un edificio colindante y se inició un proceso judicial contra su constructora. Sufrió también la ocupación durante casi un año, y como consecuencia la casa dejó de ser habitable. Cuando los ocupas dejaron el edificio dejaron la casa en un estado lamentable, desordenada y sucia. Se llevaron hasta los radiadores de fundición e incluso abandonaron un perro en uno de los pisos..
Llegados a este punto, se planteó el abandono o incluso la demolición del edificio. Sin embargo, con la indemnización recibida por el juicio contra la constructora, y aunque el dinero no era suficiente para devolver la casa a su estado original, se apostó por recuperarla poco a poco y ponerla en valor.
Se llevó a cabo una primera reforma básica, sobre la estructura de la casa y su saneamiento, y se restauró el 2º piso para hacerlo habitable. Ya con los servicios mínimos en funcionamiento, con certificado de la Inspección Técnica de Edificios, y con un primer dormitorio medianamente amueblado en el segundo piso, los primeros huéspedes de esta nueva etapa se alojaron en la casa durante las fiestas del Arde Lucus del 2015. Desde entonces muchas otras personas de procedencias diversas pasaron por la casa y esta fue creciendo poco a poco. Un año más tarde, también durante el Arde Lucus pero en este caso de 2016, se abrió a los huéspedes el primer piso. Ese verano volvieron a celebrarse fiestas en la casa, en concreto dos barbacoas en la terraza del segundo piso.
Hoy en día sigue habiendo muchas cosas que mejorar y restaurar, muchas ideas a la espera de tener los recursos para llevarlas a cabo. Ahora el primer y segundo piso de la casa están ya habitados, pero siguen abiertos a huéspedes y visitas. Y sin embargo, al final, por mucha gente que haya pasado por aquí y por mucha que pase en el futuro, para mí ésta siempre será la casa de mi abuela Josefa.»